España estaría en la cola de la Eurozona para sustituir el dinero efectivo por una criptomoneda europea
Los países de la Eurozona no están listos para sustituir el dinero efectivo por una criptomoneda gestionada por el Banco Central Europeo y España figura entre los menos preparados, según un estudio de la Universitat Politècnica de València (UPV)y la Universitat de València (UV). De hecho, nuestro país es el segundo en el que más salarios se reciben en efectivo. Esto, unido a la menor renta y a la economía sumergida, propicia que en España el efectivo no podrá eliminarse de manera tan rápida en los próximos años.
El trabajo, cuyas conclusiones se acaban de publicar en Cuadernos de Economía y en el que se ha llevado a cabo un pormenorizado análisis de los países de la Eurozona a partir de la encuesta Global Findex del Banco Mundial, concluye que en estos países quedan aún muchos años de seguir pagando con el dinero “tradicional”.
Finlandia, Francia, Alemania, Austria, el Benelux y Estonia presentan un uso menor del efectivo frente a los países mediterráneos
Los investigadores estudiaron el porcentaje de población que dispone de cuenta bancaria y la utiliza lo que se conoce como inclusión financiera- y del uso del efectivo, y extrajeron datos tanto globales como particulares de cada país, han indicado a Efe fuentes de la UPV.
Nerea Gómez-Fernández, investigadora del Centro de Gestión de la Calidad y del Cambio de la UPV, explica que el objetivo era saber si la Eurozona “está preparada o no para eliminar el efectivo e implantar nuevos métodos de pago, en concreto una criptomoneda digital basada en tecnología blockchain (de cadena de bloques) y gestionada por el Banco Central Europeo”.
La investigación constata que la Eurozona presenta un uso del efectivo más elevado que en otras áreas de similar nivel de desarrollo, aunque hay bastantes diferencias entre los países estudiados. Así, en un extremo, países como Finlandia, Francia, Alemania, Austria, el Benelux y Estonia (país que hace una apuesta clara hacia la digitalización y una economía libre de efectivo) presentan un uso menor del efectivo.
En el otro extremo están los de la Europa mediterránea y los del este de Europa (excepto Estonia), en los que el mayor uso del efectivo suele coincidir con menores niveles de titularidad de cuentas. No obstante, hay una excepción que rompe la regla: España, que es uno de los países con mayor porcentaje de población que tiene y usa una cuenta bancaria, pero es el segundo donde más salarios se reciben en efectivo, solo por detrás de Grecia. En tercer lugar se sitúa Chipre.
“Esta disparidad se podría explicar por el menor nivel de renta relativa de estos países”, afirma Juan Francisco Albert, del Departamento de Economía Aplicada de la UV, quien alerta de que no hay que olvidar “factores tan importantes” como las crisis bancarias y “las distintas naturalezas de comportamiento y permisibilidad con la economía sumergida, que normalmente está asociada a un mayor uso de efectivo”.
El estudio concluye también que, a mayor nivel de educación y de renta, más alta es la probabilidad de tener una cuenta en una entidad financiera, así como de realizar pagos en línea o con el móvil. Además, corrobora que las rentas más bajas y las personas con menos nivel educativo utilizan más el efectivo en sus transacciones habituales (pagar facturas, cobrar la nómina o hacer transferencias), y que las mujeres presentan una menor probabilidad de realizar pagos por internet o con el móvil.
Como conclusión, los investigadores de la UPV y la UV señalan que, dada la heterogeneidad financiera de los países, una legislación orientada a eliminar el efectivo en la Eurozona tendría que implantarse de forma muy gradual.
El estudio señala que la sustitución del efectivo por una criptomoneda gestionada por el BCE conllevaría importantes ventajas, pues reduciría los costes de transacción e impresión del efectivo, además de dificultar el pago de actividades ilegales como la corrupción, el blanqueo de capitales, la evasión fiscal o la financiación del terrorismo.
Asimismo, desde una perspectiva macroeconómica, podría servir como solución para hacer frente al problema de “la trampa de la liquidez y estancamiento en el que se encuentran actualmente la mayoría de las áreas desarrolladas”. Esto permitiría al Banco Central Europeo implantar tipos de interés negativos hasta el nivel necesario para estimular la demanda agregada -total de bienes y servicios demandados por un país- a un nivel de precios y en un periodo de tiempo concreto, afirma el estudio.