El petróleo impacta en Repsol
El hundimiento del precio del crudo ha impactado en las cuentas de Repsol del primer trimestre del ejercicio, en el que perdió 487 millones de euros, frente a los 608 millones que ganó en el mismo período de 2019. En términos ordinarios, considerando la marcha de los negocios, los números se tornan negros: el beneficio neto bajó un 27,7%, quedándose en 447 millones, frente a los 618 millones del año anterior. La firma ratifica que mantiene el dividendo a cargo de 2019 y que repartirá 1 euro por título en 2020. La compañía ha subido con fuerza en Bolsa, más de un 7%, tras presentar los resultados.
Con el precio de los hidrocarburos cotizando en niveles históricamente bajos -el brent cerró el período a menos de 20 dólares por barril y el gas se desplomó hasta un 56%-, las cuentas de Repsol se han resentido, sobre todo por la reducción del valor contable de su inventario en 790 millones, que ha provocado los citados números rojos de la última línea de la cuenta de resultados. Así se recoge en la información remitida por la empresa a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
El caso de la compañía presidida por Antonio Brufau está en consonancia con el resto de las empresas del sector: Galp ha perdido 257 millones; BP se ha dejado 4.031 millones; Shell ha decidido recortar su dividendo por primera vez desde la II Guerra Mundial, tras obtener pérdidas de 22 millones, frente a ganancias de 5.518 millones el ejercicio anterior; Total hoy ha anunciado una reducción del beneficio del 99%, hasta los 34 millones
En consecuencia, las petroleras afrontan la coyuntura de bajos precios de los hidrocarburos y de reducción de demanda por la pandemia con recortes y revisiones de estrategias, y Repsol no es una excepción: a finales de marzo anunció un Plan de Resiliencia para este 2020, en el que prevé un brent a 35 dólares hasta final de año, con reducciones de 350 millones en los gastos operativos, más de 1.000 millones en las inversiones -un 26% menos de lo previsto- y optimizaciones del capital circulante de casi 800 millones; además, no recomprará el 5% de su capital social para aumentar la rentabilidad del accionista.
Con esos ajustes, la empresa dirigida por Josu Jon Imaz mantiene su compromiso de elevar el dividendo de este 2020 hasta un euro por título. Y recuerda que tiene sobrada liquidez para cubrir todos los vencimientos hasta 2024, que a cierre del período ascendía a 8.088 millones.
Además, recientemente ha acudido a los mercados sin problemas: a inicios de abril emitió bonos por 1.500 millones y aumentó sus líneas de crédito para este 2020 en 1.300 millones. La deuda neta alcanzó los 4.478 millones a 31 de marzo -era de 4.220 millones el 31 de diciembre- y la firma confía en mantenerla en ese nivel a final de año.
Atendiendo a la crisis del coronavirus, la compañía llama la atención en que está garantizando el suministro de productos y servicios indispensables para el funcionamiento de la sociedad, como la energía o las materias primas esenciales para la fabricación de utensilios sanitarios, como mascarillas, respiradores, jeringuillas, material quirúrgico, etc.
Considerada actividad esencial, Repsol mantiene abiertos cinco grandes complejos industriales en España, otro en Portugal y otro en Perú; una docena de factorías de GLP; unas 200 agencias distribuidoras y 1.800 repartidores en España; toda la red de estaciones de servicio (unas 3.400 solo en España); sus activos de generación de electricidad (tres centrales hidroeléctricas, dos ciclos combinados, seis cogeneraciones); y tiene obras en marcha en proyectos renovables en Aragón y Castilla-La Mancha.
Imaz ha destacado la respuesta de la compañía ante la pandemia: “Estoy orgulloso de la forma en que Repsol se ha adaptado a este escenario, y ha empleado todas sus capacidades tecnológicas, industriales y humanas también para luchar contra el coronavirus. Nuestra compañía cuenta con una cultura de disciplina, flexibilidad y cooperación que nos permite afrontar retos como el que esta crisis está representando. Esta cultura también es fundamental para resolver los desafíos a los que se enfrenta nuestra industria, ante los que reafirmamos nuestro compromiso de liderar la transición energética”.
El resultado bruto operativo (ebitda) del período se redujo un 80,7%, hasta los 349 millones, pero a coste de reposición, sin el efecto del inventario, se deja un 19,3%, hasta 1.455 millones. La inversión creció un 6%, hasta los 634 millones. Por negocios, todos están en números positivos, incluso el de exploración y producción (upstream en inglés), el más afectado por la coyuntura.
Por la diversificación del negocio, a partir de este ejercicio la empresa ha decidido modificar sus segmentos de negocio, de modo que el área de downstream -todo lo que no es upstream- se divide en dos: Comercial y renovables (que engloba Movilidad, GLP, Lubricantes, y Electricidad y gas) e Industrial (Refino, Repsol Perú, Química, Trading y mayorista y Trading gas).
Comercial y renovables obtuvo un resultado de 121 millones, frente a los 137 millones del mismo periodo de 2019. Las restricciones impuestas para combatir el coronavirus redujeron la demanda y afectaron al área de Movilidad. Por su parte, GLP también redujo sus ventas debido al impacto que el Covid-19 tuvo en el sector de la hostelería y la restauración y a las temperaturas más elevadas registradas en enero y febrero.
Industrial, aumentó su resultado un 6%, hasta los 288 millones. El negocio logró compensar la negativa influencia del volátil entorno de precios, un bajo margen de refino de 4,7 dólares por barril, y la reducción de la demanda, que afectaron principalmente al área de Refino. Y Química sufrió las paradas de mantenimiento de las instalaciones de Sines y Tarragona y tuvo que adaptarse a la caída de la demanda por la pandemia.
Por último, upstream sólo ganó 90 millones, frente a los 323 millones conseguidos entre enero y marzo de 2019, por la caída del precio de los hidrocarburos. La producción media aumentó un 1,4%, hasta los 710.300 barriles equivalentes de petróleo al día.
A pesar del entorno adverso, Repsol mantiene su estrategia para convertirse en una empresa cero emisiones en 2050 y pone el acento en su labor durante la pandemia.