La negociación de la UE con Reino Unido y EEUU ponen a prueba la unidad comunitaria
Pocas veces en el pasado la UE ha visto como su habilidad negociadora era puesta a prueba en procesos tan importantes. Este año, el bloque comunitario debe cerrar un acuerdo con el Reino Unido para minimizar el impacto del Brexit, y también llegar a una entente con Donald Trump para evitar un empeoramiento de la guerra comercial. Además, debe concluir la negociación de su presupuesto plurianual para financiar los ambiciosos objetivos que tiene para esta década.
Diplomáticos y eurócratas tendrán la vista pegada al calendario. Trump quiere un acuerdo con la UE antes de noviembre, cuando sus votantes decidirán si continúa en la Casa Blanca. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue más allá en su encuentro en Davos hace un par de semanas e incluso prometió que llegarían a un acuerdo “en unas pocas semanas”.
El acuerdo con Londres se debería sellar a fines de octubre, o principios de noviembre, a fin de dejar algo de tiempo para la ratificación parlamentaria. Y un compromiso sobre el Marco Financiero Plurianual (MFP) debería empezar a emerger en abril, cuando se presentará el borrador del presupuesto comunitario para 2021. De otra forma, el Parlamento Europeo ya ha pedido que se empiece a pensar en un Plan B.
Si los 27 naufragan en estas conversaciones, la economía europea se resentirá, la guerra comercial con Washington podría empeorar y su ambición para hacer Europa más verde y acelerar la transformación digital se desinflará.
Europa ha encarado momentos más críticos durante los últimos años, ya fuera durante la crisis de los refugiados o cuando lidió con el riesgo de una ruptura del euro durante la crisis de la moneda común. “La combinación de los tres problemas no representa una crisis existencial como la que se experimentó durante la crisis “, resume Maria Demertzis, subdirectora del centro de análisis Bruegel.
Pero estas tres negociaciones resultarán cruciales en el contexto del “nuevo amanecer para Europa” que el sanedrín de la UE proclamó este viernes, con motivo de la salida del Reino Unido del bloque. “En una era de una gran lucha de poderes y geopolítica turbulenta, el tamaño importa”, escribieron en un artículo de opinión los presidentes del Parlamento Europeo, David Sassoli; la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el Consejo Europeo, Charles Michel.
La unidad será puesta a prueba cuando los 27 discutan las prioridades y los detalles del acuerdo con el Reino Unido, las concesiones que se otorgarán a EEUU o el volumen y las prioridades del presupuesto para 2021-2027.
Para prepararse para la tormenta de negociaciones y la intensa agenda política, los tres presidentes comunitarios se reunieron en la casa de Jean Monnet, cerca de París este jueves, no solo con sus jefes de gabinetes, sino también con los secretarios generales del Parlamento, la Comisión y el Consejo.
Para tener éxito, “se necesitará una gran coordinación entre las tres instituciones, ese fue el resultado de la reunión de presidentes”, resume un alto cargo comunitario a elEconomista.
El reloj ya está en marcha, y la intensidad se empezará a notar a partir de este mes de Febrero. La Comisión presentará su proyecto de mandato para negociar el futuro acuerdo con Londres el lunes (3 de febrero), y se espera el aprobado de los Estados miembros a finales de mes.
Von der Leyen tiene previsto viajar a Washington en los próximos días con una oferta para Trump. Además, Michel ha convocado para el 20 de febrero una cumbre extraordinaria para acercar posiciones entre los líderes de la UE respecto al presupuesto plurianual.
El camino estará lleno de obstáculos y las negociaciones no serán para nada sencillas. La UE encarará de nuevo el precipicio en sus relaciones con el Reino Unido si no llegan perfilar los términos de una nueva relación. Además, negociará a punta de pistola con Washington, tras las amenazas de Trump de imponer más aranceles si no conseguía “algo”. Además, las divisiones entre las capitales seguramente se profundizarán cuando las conversaciones sobre el presupuesto entren en los detalles de cuánto se lleva cada socio.
La UE siempre ha hecho bandera de su optimismo, por eso confía en que se pueda llegar a un acuerdo en estos tres frentes en paralelo.
En el caso de su relación futura con el Reino Unido, la dificultad dependerá de cuánto se quiera separar el Reino Unido de la legislación comunitaria en material laboral, protección ambiental y ayudas de Estado, ya que esto determinará el acceso al mercado que obtendrán las empresas del Reino Unido.
Ambas partes también deben calibrar la apertura mutua en el intercambio “pescado por finanzas”. Como avisó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar “es posible que [Londres ] tenga que hacer concesiones en áreas como la pesca para obtener concesiones de nuestra parte en áreas como los servicios financieros. Por eso las cosas tienden a estar todas en un solo paquete “.
En el caso del acuerdo con EE. UU, el principal obstáculo será una vez más la agricultura. Los negociadores de la UE creen que han encontrado una “puerta trasera” para superar el estancamiento del otoño pasado, cuando los estados miembros rechazaron incluir al sector agrícola en las negociaciones.
La Comisión está dispuesta a revisar algunas de sus barreras regulatorias (medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF), lo que facilitaría la llegada de algunos productos agroalimentarios estadounidenses, siempre que Washington haga lo mismo.
El Ejecutivo comunitario también ofrece algunas ‘golosinas’ para Trump en Energía y Tecnología, por ejemplo un aumento de las importaciones de gas natural licuado y una cooperación más estrecha en 5G o para abordar la transferencia forzada de tecnología impuesta por China en su territorio.
Sin embargo, el Secretario de Agricultura de los Estados Unidos, Sonny Perdue, advirtió en Bruselas esta semana que la eliminación de las barreras regulatorias, y que afectaría a mariscos, manzanas y peras, no será suficiente, ya que Washington quiere equilibrar su déficit comercial de $ 12.000 millones de dólares con la UE en el sector agrícola. Como primer paso apuntó a que la UE termine con la prohibición de la importación de pollo clorado y carne tratada con hormonas de EEUU.
En cuanto al presupuesto plurianual, la batalla ganará en intensidad las próximas semanas entre los contribuyentes netos que se oponen a incrementar las aportaciones y aquellos que quieren más fondos para la Política Agrícola Común o Cohesión, o entre quienes quieren introducir el respeto al “Estado de derecho” como condición para recibir los fondos comunitarios y aquellos países que más lo han erosionado, como Hungría y Polonia.
Todos estos frentes pondrán a prueba no solo el músculo negociador de la UE, sino también su capacidad para proteger la unidad que tanto ansía y que tanto ha erosionado en los últimos años.
En esta nueva era tras el Brexit, Europa sabe que su poder reside en parte su capacidad para crear reglas en un mundo cada vez más asilvestrado, donde dominan los poderosos.
Estados Unidos, China, Rusia y otras potencias intentaron la estrategia de “dividir y conquistar” en el pasado. Más a menudo, las divisiones surgieron de dentro y no terminaron de cicatrizar, como ha sucedido tras la crisis de la eurozona o de los refugiados.
La capacidad de Europa para mantener la línea determinará si el Brexit ha traído el “nuevo amanecer” que prometen sus líderes o una agradable puesta de sol de la que no nos podemos levantar.