La deflación amenaza la recuperación económica
El riesgo de que la recuperación económica se aborde con presiones inflacionistas o en deflación entra en escena ante la combinación de la paralización de las economías, de la caída del petróleo y de los estímulos monetarios y fiscales, que la eurozona debería por fin concretar esta semana.
La semana que viene será clave para conocer cómo está reaccionando la inflación a la extraña situación, sin precedentes, en la era moderna, que están viviendo los grandes bloques económicos. El viernes será el momento de medir cómo ha evolucionado la cesta de precios en Estados Unidos y China en marzo, el primer mes en el que han llegado las medidas de confinamiento y el cierre de gran parte de la actividad comercial. En la primera economía del mundo se espera un 1,6%, desde el 2,3% anterior.
Las medidas que se han visto obligados a tomar los diferentes gobiernos plantean ahora una incógnita: ¿sufrirá la inflación una caída importante, como se ha podido observar en el dato preliminar de inflación de España -descendió hasta un crecimiento del 0,1%, desde el 0,7% anterior-, o la combinación de estímulos mientras mantienen la actividad paralizada generará un repunte?
Esta última teoría la sostienen distintos expertos, como los estrategas de Deutsche Bank. Desde Axa Investment Managers esperan que esta terminará repuntando, una vez llegue la recuperación económica, a pesar incluso de las caídas que está sufriendo el precio del petróleo, que, por otra parte, también afronta una semana clave con la reunión de la Opep el lunes. “Las expectativas de inflación están deprimidas por la caída del crudo y las previsiones de un crecimiento económico más lento en el futuro”, indican, pero añaden que “si bien es razonable esperar que se acerque al 0% en 2020, el impacto combinado de la mayor relajación monetaria coordinada a nivel mundial y el estímulo presupuestario aún está por verse”.
Eso sí, parece que, a corto plazo, la presión inflacionista no va a ser significativa. “Estamos descartando cualquier movimiento alcista a pesar de que los bancos centrales vuelven a las políticas de flexibilización cuantitativa”, explican desde Edmond de Rothschild, y añaden cómo “hace unas semanas, no vimos ningún signo de inflación, aunque las brechas de producción en las principales zonas se encontraban en territorio positivo, por lo que es difícil argumentar que debería repuntar cuando son extremadamente negativas y las tasas de desempleo tan altas”.
En el frente político, la próxima semana se cumple el plazo de 15 días que el Consejo Europeo se dio para presentar por fin una respuesta fiscal común al impacto de la pandemia en la actividad de toda a región y especialmente de Italia y España. Tras el desencuentro sobre la mutualuzación de la deuda a través de la emisión de los llamados coronabonos que piden estos dos países junto a Francia o Portugal y el riesgo moral al que aluden Alemania, Holanda, Austria y Finlandia, el eurogrupo debería cerrar en la reunión de este martes un primer acuerdo, que posteriormente se ratificará en una nueva cumbre de los presidentes de gobierno de la eurozona.
Lo que se sabe de la respuesta que han preparado los ministros de economía del club comunitario no resolverá el debate sobre la mutualización del riesgo, al basarse en emplear el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) para facilitar préstamos que alivien el fuerte incremento del gasto público implementado en los estados para contrarrestar los efectos de la paralización de la actividad, con mayor incidencia para las economías más endeudadas y con menor margen fiscal, que son precisamente Italia y España. El gran obstáculo de esta medida son las diferencias en torno a las condiciones de los préstamos que dará el Mede.
“En Europa, las medidas se han adoptado por separado, a nivel de cada uno de los estados miembros y a pesar de que oficialmente se haya abandonado la austeridad, llama la atención que el único programa colectivo anunciado para luchar contra el coronavirus solo supone el 0,2% del PIB”, lamentan los expertos de Banca March, quienes explican que “el fracaso del proyecto de los coronabonos ha puesto en evidencia no solo la falta de solidaridad, sino, sobre todo, las fuertes asimetrías fiscales y de nivel de apalancamiento que existe entre el norte y el sur”.
En marzo, los bancos centrales de la eurozona y de Estados Unidos tomaron medidas para intentar apoyar a la economía contra el coronavirus, bajando tipos de interés, en el caso de la Reserva Federal (Fed) e inyectando liquidez en el sistema con distintos mecanismos, a ambos lados del Atlántico. La semana que viene se conocerán las actas de los últimos encuentros de estos organismos, en los que habrá más pistas para conocer el apoyo interno que tuvieron las medidas.
Otro dato que vuelve a ser clave son las peticiones semanales de subsidios por desempleo en Estados Unidos, tras la alarma sin precedentes que han supuesto las dos últimas lecturas. “El dato del pasado jueves fue totalmente estremecedor, planteando un parón en seco de la economía: los 6,6 millones agotaron los calificativos y, desde luego, superaron amplísimamente la mayoría de las estimaciones”, reconocen el equipo de analistas de Dunas Capital Inverseguros.