La curva de tipos vuelve a encender las alarmas de recesión en EEUU
Uno de los indicadores que más en serio se toma el mercado vuelve a tomar el centro de la escena a nivel global: la curva de tipos de Estados Unidos, que expresa el diferencial entre el interés del bono del país con vencimiento a 10 años frente a la rentabilidad de la referencia a 2 ejercicios y que en condiciones normales debe permanecer en positivo, se ha aplanado cerca de 25 puntos desde finales de 2019 y ya se encuentra en mínimos del pasado octubre, en torno a los 10 puntos. La última vez que se invirtió, en agosto, coincidió con una corrección del S&P 500, el principal índice de Wall Street, de algo más del 6%, en pleno pico de tensión en la guerra comercial y ante la incertidumbre sobre la caída de la economía global en recesión.
La amenaza de una contracción de la actividad de Estados Unidos que se extienda a nivel mundial es la peor lectura que hace el mercado de la curva de tipos, reconocida como uno de los indicadores que de forma más fiable ha adelantado las crisis a lo largo de la historia y que, en diciembre de 2018, cuando se acercó a terreno negativo por primera vez desde 2007 anticipó el desplome de Nochebuena, que llegó a ser del 16% en el caso del S&P 500.
Hoy, el coronavirus es el epicentro de todos los desequilibrios, entre los que también siguen latentes el conflicto arancelario entre Estados Unidos y China, la resolución del Brexit o la agonía de uno de los ciclos expansivos más largos. En la práctica, lo que la curva de tipos muestra es que los inversores están comprando más deuda a largo plazo que a corto. Una tendencia que desvela la preocupación por la marcha de la economía en los siguientes años, y estrecha el diferencial entre lo que se exige a la deuda a 10 años respecto al bono a 2 años de forma anómala.
En esta ocasión, la inminente inversión de la curva de tipos de la principal economía del mundo ha coincidido con la caída a mínimos de todos los tiempos, en la zona del 1,84%, del interés del bono a 30 años, la referencia de más largo plazo, y del hundimiento de la rentabilidad del 10 años, conocido como T-Note, hasta su suelo histórico, en el 1,33%, perforando incluso los niveles de las jornadas posteriores al referéndum sobre el Brexit en Reino Unido.
Este días, mientras el dinero huía en desbandada de las bolsas y se refugiaba en la deuda, el mercado hizo un llamamiento inequívoco a la Reserva Federal (Fed) y su política monetaria como el único salvavidas que garantizará la recuperación de la economía cuando el coronavirus se contenga definitivamente en China y en los otros países afectados, como Italia. “Los precios que se están fijando apuntan a una reducción de dos cuartos de punto -un 0,5% en dos bajadas- de la Fed en 2020”, reconoce Brian Chappatta, experto de Bloomberg.
El FedWatch que elabora el Chicago Mercantile Exchange (CME), y que sigue de cerca las expectativas de cambios futuros en la política monetaria, descuenta un próximo recorte de tipos de 25 puntos básicos en la reunión del próximo 10 de junio, que llevaría las tasas federales a un rango de entre el 1,25% y el 1,50%. “En este escenario, la pregunta ya no es ¿por qué los rendimientos de Estados Unidos son tan bajos?, sino ¿cuánto más se pueden hundir?”, concluye Chappatta.
La respuesta es incierta, sobre cuando se observa que ante la búsqueda de refugio del dinero y el efecto de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales ya se paga un 0,5% en el mercado secundario por financiar a Alemania a 10 años. Sin embargo, el máximo visto hasta ahora todavía está lejos. Fue el -0,714% hasta la que profundizó la rentabilidad negativa del Bund, el momento de máxima tensión de los últimos meses.