Johnson ordena el confinamiento de Reino Unido
El primer ministro británico, Boris Johnson, completó este lunes un viraje de 180 grados en apenas un par de semanas. De no hacer nada y esperar a que la gran mayoría de personas pasaran la enfermedad y desarrollaran defensas, a ordenar el confinamiento y tramitar de urgencia una ley de emergencia que dará amplios poderes al Gobierno para cerrar locales y manejar los suministros sanitarios durante la crisis del coronavirus. Un giro precipitado por el rápido crecimiento de la enfermedad en el país.
Esta noche, el primer ministro anunció en un discurso televisado la imposición de un confinamiento durante tres semanas. Las restricciones son las mismas que en España -cierre de tiendas no esenciales, obligación de quedarse en casa, cierre de escuelas y parques infantiles, vigilancia policial y multas-, salvo por la posibilidad de salir a hacer ejercicio una vez al día, de forma individual o con familiares. Las medidas serán revisadas en tres semanas, anunció.
“Esta es la mayor amenaza que este país ha sufrido en décadas”, dijo Johnson. “Como vemos en nuestro entorno, hasta países con unos grandes sistemas sanitarios están llegando a un punto en que no pueden resistirlo. Por ello, para ayudar a nuestros enfermeros y evitar muchas pérdidas humanas, voy a dar una simple instrucción: deben quedarse en casa”.
Mientras eso ocurría en Downing Street, el Parlamento volvía a celebrar sesiones maratonianas, que se extenderán este lunes y martes, para aprobar una ley de emergencia que acompañe estas medidas. El proyecto permitirá al Gobierno cerrar temporalmente cualquier local, negocio o institución, prohibir reuniones y eventos, incorporar a profesionales médicos jubilados o en prácticas al servicio y ordenar el internamiento de personas que puedan ser “un peligro para sí mismos y para otros” si así lo juzga un doctor. Inicialmente la ley iba a durar dos años, pero ante las críticas de la oposición, y para asegurarse de que sea aprobada por unanimidad, el Gobierno la ha fechado en seis meses prorrogables. Los expertos del Gobierno temen que haga falta mantener las restricciones durante más de un año, con variaciones en su dureza según evolucione el número de casos.
Estos movimientos suponen un cambio brutal de Johnson respecto a lo que había planteado en un principio. Según relató el Sunday Times este domingo, el asesor aúlico del primer ministro, Dominic Cummings, había insistido en no hacer nada y dejar que se contagiara casi toda la población, hasta que el virus ya no tuviera a nadie más al que saltar. “Y si por el camino se mueren algunos pensionistas, pues qué lástima”, palabras que atribuyó el Times a Cummings.
Sin embargo, el crecimiento veloz de la enfermedad y la crisis que se estaba extendiendo en Italia llevó al Gobierno a pedir una opinión de expertos. Y su análisis fue escalofriante: 300.000 fallecidos, el colapso total de la sanidad y una crisis social y económica digna de la Gran Peste de Londres en 1665. Unas previsiones que hicieron cambiar de táctica: en ese momento, Johnson empezó a pedir encarecidamente a la población que se aislara voluntariamente, que cerraran todos los locales no fundamentales y que todo el mundo se quedara en casa.
Pero, al contrario que en otros países europeos, la cuarentena no era obligatoria. Era voluntaria, aconsejable, recomendada, pero “este es un país liberal y la gente sabe qué hacer sin que haya que ordenar ni prohibir cosas”, dijo Johnson. Pero este pasado fin de semana, Día de la Madre en Reino Unido, las imágenes de gente saliendo en masa a Hyde Park han sacudido al Gobierno. El ministro de Sanidad, Matt Hancock, tachó esos comportamientos de “egoístas” y ya advirtió por la mañana de que no descartaban ir más allá si la gente no respetaba las recomendaciones.
Y en Escocia, la primera ministra, Nicola Sturgeon, ya advertía de que la cuarentena y el cierre de empresas no imprescindibles serían obligatorias en cuanto recibieran los poderes para ordenarlo que recoge la ley de emergencia que tramita el Parlamento en Londres. Pero Johnson, finalmente, se adelantó. Reino Unido se suma ya a la lista de países europeos en confinamiento tras un largo giro de opinión. La única pregunta es cuánta gente se habrá infectado en el tiempo que se ha tardado en ir del “no hacer nada” al otro extremo.