Johnson agiliza la actividad en el Parlamento para reactivar el “Brexit”
El Gobierno británico quiere capitalizar el empuje de la mayoría absoluta obtenida hace una semana para minimizar el escrutinio sobre un puzzle cuya composición final debería reflejar el Brexit a tiempo, como fragmento clave de la política exterior, y una profunda reestructuración en casa para convertir la sanidad en la máxima prioridad doméstica.
El Discurso de la Reina que presenta hoy en el Parlamento, con el avance de las perspectivas legislativas del próximo año, constituye la oportunidad de poner en marcha la maquinaria institucional, sacudirse el polvo de una correosa campaña electoral y permitir, mañana mismo, dejar la votación del acuerdo de divorcio zanjada antes del parón navideño, un aspecto fundamental para formalizar la salida el 31 de enero.
Puesto que hace tan solo nueve semanas que Isabel II había dado ya lectura en Westminster a las leyes planeadas para los doce meses siguientes, el de hoy será un evento de menor perfil, con menos pompa y con la mayoría de las 26 normativas difundidas en octubre.
La diferencia radica en que, esta vez, el Gobierno tiene la certidumbre de que podrá sacarlas adelante, gracias a la apabullante hegemonía del 12 de diciembre y la purga de los díscolos. Como consecuencia, propuestas como comprometer por ley 33.900 millones de libras (39.900 en euros) para el Servicio Nacional de Salud en 2023-24 deberán materializarse, si los conservadores quieren ahorrarse un perjudicial escarnio en las próximas generales.
Su foco principal, no obstante, continúa en el Brexit y, por ello, prevé aplicar el rodillo facilitado por la mayoría absoluta para liquidar el trámite en que ha quedado convertido la tramitación parlamentaria del acuerdo.
Tras más de doce meses de psicodrama, el riesgo ahora es, irónicamente, la falta de escrutinio y que aspectos fundamentales como el rol de Westminster en la definición de la futura relación con Bruselas, o el uso de mecanismos arcanos para evitar el control de la Cámara de los Comunes, queden al arbitrio del Ejecutivo. De ahí el problema de una oposición dividida y, en el caso del Laborismo, enrocada en una batalla interna para redefinir su vocación en el mapa político, tras cuatro derrotas electorales consecutivas.
Ante la inminente carrera por el liderazgo que se abrirá oficialmente el 7 de enero, la gran incógnita es qué corriente dominará, si el continuismo de Jeremy Corbyn, representado por Rebecca Long-Bailey, una de las favoritas, o una ruptura hacia una posición más centrista.