El triunfo electoral de Boris Johnson impulsa la confianza empresarial en Reino Unido
El triunfo electoral de Boris Johnson ha actuado como un revulsivo para la confianza de los empresarios británicos, que han recibido la primera gran mayoría absoluta registrada en el Reino Unido en casi 15 años como una señal de la ansiada certidumbre que llevaban añorando desde el referéndum que en 2016 había certificado la salida de la Unión Europea.
Independientemente de sus posicionamientos políticos personales, los ejecutivos de las compañías británicas consideran que la clara victoria conservadora en las generales del 12 de diciembre les ofrece un armazón de trabajo en torno al que pueden construir sus planes de los próximos años, desde programar las expectativas de inversión, a estipular previsiones de contratación y expansión empresarial.
Como consecuencia, por primera vez en más de año y medio, el estudio que el Instituto de Directores realiza cada mes sobre la percepción que sus miembros tienen de la economía y de las perspectivas de la misma a corto y medio plazo aparece en signos positivos: si en noviembre registraba un saldo de menos 18, este diciembre el proceso de consulta, que fue elaborado tras los comicios, arrojó un valor absoluto de 21.
El índice constituye, de hecho, el nivel más elevado desde el plebiscito del 23 de junio de 2016, lo que revela la profundidad del impacto que el veredicto del mismo había tenido sobre la comunidad de negocios británica. Alérgica a las incertezas que desde entonces han dominado al norte del Canal de la Mancha, la volatilidad política recomendaba no solo mantener las reservas en materia de inversión, sino adoptar estrategias cortoplacistas para evitar que precipicios que escapaban a su control, como la posibilidad de un divorcio sin acuerdo, afectasen no solo a su actividad, sino a la cadena de montaje y suministro.
Ahora, por el contrario, cuentan con claridad en el horizonte temporal: el Reino Unido abandonará la UE el 31 de enero, si bien, a efectos prácticos, nada cambiará para las empresas, puesto que durante el período de transición que se abrirá a partir de entonces, el país continuará en el mercado común y en la unión aduanera.
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Con todo, su actual satisfacción evidenciaría un corto recorrido, si el debate en 2020 deriva hacia una nueva dialéctica centrada en el riesgo de dejar el bloque sin un esquema comercial el 31 de diciembre. Johnson se la ha jugado al auto-imponerse por ley el arriesgado veto a ampliar el denominado período de implementación, lo que reabriría los peores temores de los negocios. De ahí que, pese a la mejora de la confianza, la relación a largo plazo con quien constituye el principal socio económico continúe siendo uno de los grandes desvelos de los empresarios, junto a la salud estructural de una economía que muestra preocupantes señales de contracción.
El Gobierno, de momento, vende optimismo, y ha prometido reducir el coste de cargas como las tasas de los negocios. En el reciente Discurso de la Reina, difundido la semana pasada, cifró en 13.000 millones de libras el ahorro que este concepto ofrecerá en los próximos cinco años.