El FMI exige a los gobiernos medidas
El Fondo Monetario Internacional avisa que la crisis de salud desatada por el COVID-19 tendrá consecuencias económicas significativas, que reflejarán choques en la oferta y la demanda diferentes a las crisis pasadas.
En un blog publicado por su economista jefe, Gita Gopinath, la institución destaca cómo se necesitan políticas específicas sustanciales para apoyar a la economía durante la epidemia, manteniendo intacta la red de relaciones económicas y financieras entre trabajadores y empresas, prestamistas y prestatarios, y proveedores y usuarios finales para que la actividad se recupere una vez que el brote se desvanezca.
“El objetivo es evitar que una crisis temporal perjudique permanentemente a personas y empresas a través de la pérdida de empleos y quiebras”, aclara Gopinath.
Según el Fondo, los costes humanos del brote de coronavirus han aumentado a un ritmo alarmante y la enfermedad se está extendiendo a más países.
“La primera prioridad es claramente mantener a las personas lo más saludables y seguras posible. Los países pueden ayudar gastando más para impulsar sus sistemas de salud, incluso en equipos de protección personal, exámenes de detección, pruebas de diagnóstico y camas de hospital adicionales”, indica la directora del Departamento de Análisis Económico del FMI.
Sin una vacuna todavía lista para detener el virus, los países continúan implementando medidas para limitar su propagación, como restricciones de viaje, cierre temporal de escuelas y cuarentenas. Tales medidas también hacen que los sistemas de salud ganen algo de tiempo, para evitar así una oleada de pacientes que abrume a los servicios sanitarios.
Gopinath reconoce que el impacto económico ya es visible en los países más afectados por el brote. Por ejemplo, en China, la actividad del sector manufacturero y de servicios disminuyó drásticamente en febrero. “Si bien la caída de las manufacturas es comparable al inicio de la crisis financiera, la disminución de los servicios parece mayor esta vez, lo que refleja el gran impacto del distanciamiento social”, señala.
La oferta y la demanda mundial de materiales de construcción y productos básicos, por ejemplo, también se han reducido de manera similar, hasta niveles no vistos desde la fase más aguda de la crisis financiera mundial.
“Teniendo en cuenta que las consecuencias económicas reflejan conmociones particularmente graves en sectores específicos, los gobiernos y países deberán implementar medidas fiscales, monetarias y financieras sustanciales para ayudar a los hogares y las empresas afectadas”, exige la economista jefe del FMI.
Del lado fiscal, los hogares y las empresas afectadas por interrupciones en el suministro y una caída en la demanda podrían ser objeto de transferencias de efectivo, subsidios salariales y desgravación fiscal, ayudando a las personas a satisfacer sus necesidades y a las empresas a mantenerse a flote.
Por su parte, según el FMI, los bancos centrales deberían estar preparados para proporcionar una amplia liquidez a los bancos y las compañías financieras no bancarias, en particular a las pequeñas y medianas empresas, que estarían menos preparadas para enfrentar un shock. Paralelamente, los gobiernos podrían ofrecer garantías de crédito temporales y específicas para las necesidades de liquidez a corto plazo de estas empresas.
Al mismo tiempo, estímulos monetarios de mayor alcance, como recortes de tasas de política o compras de activos, podrían elevar la confianza y respaldar a los mercados financieros si el riesgo de ajuste considerable de las condiciones financieras continúa creciendo.