EEUU acusa a Alemania de aprovecharse de la debilidad del euro y de ahorrar demasiado
El informe anual del Tesoro de EEUU presentado al Congreso este mes ha gozado de gran protagonismo por oficializar la salida de China de la lista de países considerados ‘manipuladores’ de divisas. Más allá de este movimiento, que podría agilizar las negociaciones comerciales entre ambas potencias, el Tesoro ha querido dejar claro que no solo China es culpable del elevado déficit comercial de EEUU. Otros países como Alemania también están contribuyendo a ese desequilibrio en la balanza comercial que obsesiona a Donald Trump y su administración. El documento cree que el país europeo goza de un tipo de cambio infravalorado e implementa una política fiscal que no ayuda ni a reducir la brecha comercial, ni a estimular el crecimiento económico ni elevar los tipos de interés reales. EEUU pide a Alemania mayor gasto público y una bajada de impuestos para estimular el crecimiento y la inversión.
Durante las últimas décadas se ha producido una divergencia significativa entre la inflación y el crecimiento de los salarios en Alemania (han avanzado más despacio) respecto a la de la media de la zona euro. “Esta divergencia ha contribuido a un aumento general de la competitividad alemana respecto a sus vecinos del euro. Sin embargo, la amplia dispersión en el comportamiento económico a lo largo de la Eurozona ha impedido que la cotización del euro refleje el buen rendimiento de la competitividad alemana. Consistente con esto, el propio FMI estima que en 2018 la posición externa de Alemania se mantuvo fuerte por los fundamentales económicos y por un tipo de cambio real que está infravalorado entre un 8 y un 18%”.
El Tesoro de EEUU pone en datos esta ayuda extra del euro: “El superávit bilateral de Alemania con EEUU se ha duplicado desde la creación del euro y continúa siendo un asunto de significante preocupación. No obstante, el Tesoro reconoce que Alemania no tiene el control de su propia política monetaria”. En la zona euro es el BCE el que marca el ritmo de los tipos de interés, influyendo de cierta forma en el tipo de cambio de la divisa única.
Aún así, el propio Tesoro reconoce en otro párrafo que “los bajos tipos de interés reales (descontando la inflación) en la economía global son un síntoma del sustancial exceso de ahorro que no se está empleando de forma productiva dentro de economías como Alemania, Países Bajos, China y otras más”.
Además, el deterioro de las perspectivas de crecimiento e inflación en la zona euro han obligado al Banco Central Europeo (BCE) a responder con un nuevo paquete de estímulos en septiembre de 2019, recortando el tipo sobre la facilidad de depósito y anunciando nuevas compras de activos. El informe destaca que “estas dinámicas también han lastrado el valor del euro, contribuyendo a que el tipo de cambio real de algunos de los países más competitivos esté infravalorado dentro de la unión monetaria (por ejemplo Alemania)”. Aunque estas políticas han podido agudizar esta infravaloración, la debilidad del euro lleva años beneficiando a las empresas alemanas, según se desprende del trabajo del Tesoro.
Antes del euro, el tipo de cambio actuaba como primer estabilizador en las relaciones comerciales de los países europeos (tanto dentro de la zona euro como con socios comerciales del exterior). Los bienes y servicios producidos en Alemania eran y son de gran calidad, pero la fortaleza del marco alemán (reflejo de la gran competitividad de las empresas y economía germana) le restaban atractivo, puesto que para comprarlos se necesitaba cambiar otras divisas por marcos. Con el euro, ese primer filtro desapareció y los productos alemanes no sólo han seguido siendo de los mejores (competitivos) sino que además ya no son tan caros para el resto de los países de la Eurozona y de fuerza del club monetario.
Alemania presenta un superávit en la balanza por cuenta corriente (principalmente exportaciones menos importaciones de bienes y servicios) de 283.000 millones de dólares (253.000 millones de euros). “Con EEUU tiene un superávit de 67.000 millones en la balanza de bienes. Este superávit persistente y masivo en la balanza por cuenta corriente y el desequilibrio bilateral con EEUU son el resultado de una demanda débil en Alemania y un tipo de cambio real infravalorado”. Un superávit por cuenta corriente demasiado abultado también suele ser el reflejo de una demanda interna (inversión y consumo) tibia, que lleva a una gran parte de la producción a salir fuera del país en forma de exportaciones. La otra cara de esta moneda es un exceso de ahorro sobre la inversión doméstica, que lleva el ahorro germano fuera de sus fronteras ejerciendo presión a la baja sobre los tipos de interés globales.
Además, el Tesoro acusa al gobierno alemán de imponer una política fiscal demasiado austera y con unos impuestos elevados que “están frenando el consumo y la inversión”. Según reza el documento de 45 páginas, “unos procesos presupuestarios excesivamente conservadores y unas reglas fiscales nacionales que restringen el aumento de la deuda han desembocado en una postura fiscal excesivamente ajustada en Alemania: desde 2014, los presupuestos aprobados de Alemania han buscado el equilibrio fiscal, pero unos ingresos más fuertes de lo previsto y la ejecución insuficiente de los planes de gasto han significado, de hecho, unos superávit fiscales que han promediado el 1% del PIB”.
Alemania debería usar ese espacio fiscal “sustancial” para estimular la actividad económica a través de políticas que reduzcan el exceso de ahorro que presenta la economía germana año tras año. La receta para reducir este ahorro pasa por una revolución fiscal “reduciendo la carga tributaria, particularmente aprobando recortes de impuestos que reduzcan la cuña fiscal, y aprobando otras políticas que fomenten el crecimiento y el consumo”. De esta forma no solo se estimularía el crecimiento en Alemania, sino que también se incrementaría la demanda de importaciones reduciendo el superávit comercial.
Por ejemplo, Alemania cerró 2019 con un excedente presupuestario de 49.800 millones de euros, cifra que equivale al 1,5% del PIB, pero que representa un descenso del 20,2% respecto de los 62.400 millones del superávit récord contabilizado en 2018, según los datos preliminares publicados por la Oficina Federal de Estadística (Destatis). “Se trata de la octava ocasión consecutiva en que se logra un superávit presupuestario”.
“El crecimiento global sería más fuerte y equilibrado si estas economías clave que han mantenido grandes y persistentes superávits externos hubieran rebajado su carga impositiva, reducido los impedimentos regulatorios a las inversión y la innovación, y desmantelado las barreras comerciales. Esto establecería los cimientos de un crecimiento sólido en la economía global basado en la demanda doméstica”.