Cambio de estrategia de la Fed para vincular a los grandes bancos centrales de Frankfurt a Tokio
El cambio histórico de la Reserva Federal de EE. UU. hacia una postura más tolerante con la inflación será un lastre para el dólar durante años y planteará preguntas difíciles sobre el papel de la banca central, desafiando a los responsables políticos desde Frankfurt hasta Tokio.
A primera vista, el cambio de política de la Fed, presentado el 27 de agosto, parece diseñado para darle una oportunidad a la economía estadounidense. Un cambio a un objetivo de inflación promedio permite a la Fed sobrepasar su objetivo después de las recesiones, lo que indica que las subidas de tipos vendrán más tarde y se permitirá que el mercado laboral se acelere, una bendición para las familias de bajos ingresos.
Pero esto crea dos dolores de cabeza para los bancos centrales mundiales.
Tal reinterpretación del mandato de la Fed podría verse como una incursión en la política social, un precedente vital para otros mientras reexaminan sus propios roles después de años de movimientos poco convencionales que ya impactan la distribución de la riqueza y el ingreso.
La segunda preocupación más inmediata será la debilidad del dólar, que perjudica a los exportadores de Europa a Asia. Esto seguramente ocupará un lugar destacado en la reunión de política del Banco Central Europeo el jueves, ya que un euro EUR = fuerte hará que sea más difícil para las naciones exportadoras de la zona euro salir de la recesión más profunda que se recuerde.
Países como Alemania y Francia, o Japón, tradicionalmente generan crecimiento a partir de las exportaciones netas, que se ven afectadas cuando sus monedas se estabilizan. Y esta afirmación simplemente agrava su problema, ya que las guerras comerciales entre Estados Unidos y algunos de sus socios comerciales clave ya están afectando las exportaciones.
El dólar .DXY = ya se ha debilitado en más del 10% frente a una canasta de monedas desde mediados de marzo a un mínimo de más de dos años, lo que llevó al economista jefe del BCE, Philip Lane, a advertir la semana pasada que el tipo de cambio importaba, incluso si el BCE no lo apuntó.
De hecho, algunos economistas dicen que el tipo de cambio actual ya podría deducir un 0,2% -0,4% del crecimiento de la zona euro y los analistas encuestados por Reuters ven más debilidad del dólar.
Normalmente, esto no sería demasiado difícil de contrarrestar, pero el BCE y el Banco de Japón están cerca de los límites de la política ultrafácil.
Ambos han reducido las tasas a territorio negativo y los rendimientos ya son negativos en gran parte de la curva. Ambos bancos también se enfrentan a cierta oposición interna a una mayor flexibilización, lo que complica políticamente los movimientos posteriores.